El 29 de julio a las 12:07 am Venezuela entró en una nueva etapa del conflicto político agudizado desde hace 11 años con la llegada al poder del gobernante Nicolás Maduro. Un hecho sin precedentes marcó el nuevo ciclo aquella noche: la derrota electoral del oficialismo
Fue a esa hora, culminada la crucial elección presidencial del domingo 28 de julio, cuando el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, anunció el primer boletín de resultados con los que declaraba ganador a Maduro por una tendencia que aseguró era «contundente e irreversible».
Amoroso dijo esa noche que, luego de «enfrentar una agresión en contra del sistema de transmisión de datos que retardó de manera adversa la transmisión de los resultados» y con un 80 % de mesas escrutadas, Maduro obtuvo 5.150.092 votos (51.20 %), mientras que el candidato unitario de la oposición mayoritaria, Edmundo González Urrutia, obtuvo 4.445.978 votos (44.2 %).
Amoroso aseguró que en las horas siguientes los resultados estarían disponibles en la página web del ente comicial. Sin embargo, transcurrido un mes de la elección, aún no hay resultados publicados, desagregados por mesas de votación, que sustenten lo que afirmó el presidente del CNE.
Media hora antes de ese anuncio, en la sede del comando político de la oposición mayoritaria, la locación de Vente Venezuela ubicada en el este de Caracas, hubo un pronunciamiento del secretario ejecutivo de la Plataforma Unitaria Democrática, Omar Barboza.
Poder mostrar las actas y hacer lo que el CNE no hizo fue una estocada. Eso no se lo esperaba el Gobierno Margarita López Maya, historiadora y analista político.
En compañía de dirigentes y voceros de los partidos de la coalición opositora, Barboza advirtió sobre lo que temían sería una decisión precipitada para «declarar ganador a alguien que no ha ganado».
El pronunciamiento de Barboza era un presagio de lo que ya sospechaban en las filas de la oposición y que era una decisión tomada en el CNE antes de la medianoche del 29 de julio.
«Nosotros sabemos lo que tenemos en las manos», dijo Barboza a las 11:27 pm al referirse a la información que manejaban por las actas de escrutinio que ya tenían, gracias al plan que marchaba en medio de intimidación, amenazas y presiones en contra de los testigos opositores.
El oficialismo también tenía algo en sus manos, pero los votos no le alcanzaban para permanecer en el poder por seis años más, como lo reflejarían las actas de escrutinio que divulgaría la oposición los días siguientes.
«La principal sorpresa para el gobierno de Maduro fue reconocer el nivel de deslegitimidad que posee de su base de apoyo, que va más allá del número de votos en contra; es el desligue y hasta la pérdida del miedo. Eso no ha cambiado después del 28 de julio, al contrario, se ha reforzado», comentó a El Pitazo vía telefónica el politólogo y analista de procesos electorales, Jesús Castellanos.
Pasadas las 8:00 pm del 28 de julio, los testigos designados por el comando opositor ante el CNE, Delsa Solórzano, Perkins Rocha y Juan Carlos Caldera, encabezaron un pronunciamiento para alertar sobre el patrón de irregularidades en las cruciales horas del cierre de la jornada de votación.
«Venezuela ya sabe lo que pasó (…) En este momento el CNE ha paralizado la transmisión en muchísimos centros y está impidiendo que nuestros testigos obtengan el acta sacándolos de sus centros de votación», detalló Solórzano esa noche.
Solórzano, Rocha y Caldera no tuvieron acceso a la sede del ente comicial en ningún momento de la jornada electoral del 28 de julio. En el CNE les impidieron su entrada.
A las 8:07 pm, en el comando del oficialismo, Jorge Rodríguez en declaraciones a medios de comunicación dijo que en el centro de cómputo del oficialismo tenían una maquinaria «bien aceitada» que probaron una y otra vez y que les permitió saber lo que ocurría en tiempo real en cada municipio del país.
«No podemos dar resultados. Pacientemente esperaremos el boletín del CNE, pero inmediatamente después que sea emitido ese boletín los esperamos donde ustedes saben para encontrarse con quien ustedes conocen», dijo el jefe del comando oficialista.
Para la historiadora, analista político y presidenta de la Asociación de Estudios Latinoamericanos, Margarita López Maya, lo que sucedió la madrugada del 29 de julio, a partir de lo que vio de manera sorpresiva el oficialismo en la jornada de votación, fue un «plan b que salió muy mal».
«Lo que hemos visto cada día es que el fraude fue tan mal hecho, que es una señal de que no estaban tan preparados para ese nivel de participación. Creo que esperaban un escenario con una participación que les permitiera una mayor capacidad de maniobra», explicó López Maya a El Pitazo vía telefónica.
Las certezas en el desconcierto
Maduro apareció a las 12:21 am en una tarima cerca del Palacio de Miraflores para celebrar lo que de inmediato llamó su triunfo. Los asistentes lo recibieron con el tema de la última campaña de su padre político, Hugo Chávez.
«Ya es 29 de julio. La madrugada de un lunes que le da la noticia a Venezuela del triunfo de la independencia nacional (…) No pudieron ahora y no podrán jamás con la dignidad del pueblo de Venezuela (…) No nacimos el día de los cobardes, de los tibios, de los timoratos», arrancó Maduro su discurso.
Mientras el gobernante hablaba, en las calles de Caracas también el silencio expresaba el desconcierto luego del anuncio de Amoroso. La celebración que el oficialismo mostraba en el canal estatal, en vivo, solo se registraba en los límites del Palacio de Miraflores.
A la 1:07 am Maduro concluyó su discurso en Miraflores. Minutos después, a la 1:10 am, en el otro extremo de la ciudad, en el comando de la oposición mayoritaria, entraban a escena la líder opositora María Corina Machado junto con González Urrutia y la dirigencia de los partidos de la Plataforma Unitaria.
«Queremos decirles a todos los venezolanos y al mundo entero que Venezuela tiene un nuevo presidente electo y es Edmundo González Urrutia. Ganamos y todo el mundo lo sabe. Esto ha sido algo tan abrumador que hemos ganado en todos los estados del país», dijo Machado a los medios de comunicación nacionales y extranjeros.
La líder opositora resaltó entonces que parte fundamental de la estrategia electoral en el cierre de la jornada era asegurarse que toda la información del proceso «se recogía y se reportaba».
Es muy difícil para el gobierno de Maduro mantener un esquema de represión y miedo que es lo que realmente le queda Jesús Castellanos, politólogo
«Desde temprano hubo tres sondeos a boca de urna independientes y autónomos, que comenzaron a dar resultados impresionantes. A lo largo del día también fuimos monitoreando cómo iba la participación hora a hora. Cuatro quick counts (conteos rápidos) autónomos dieron los mismos resultados que los sondeos a boca de urna», explicó Machado.
Con 40 % de las actas en poder de la oposición esa madrugada, Machado precisó que todas las actas transmitidas al CNE las tenían.
«Toda la información coincide en que Edmundo González obtuvo 70 % de los votos y Nicolás Maduro el 30 %. Esta es la verdad y es la elección presidencial con el mayor margen de victoria en la historia», agregó Machado en su pronunciamiento.
A partir de la denuncia del comando de oposición sobre la paralización de la transmisión de resultados horas antes del primer boletín, la labor de los testigos fue crucial para lo que sería la demostración del fraude electoral con las actas de escrutinio como prueba.
«Esa fue la sorpresa más grande porque la oposición nunca había estado tan bien organizada. Es una novedad total en la oposición porque lo que habíamos visto hasta ese momento era siempre una improvisación. Esto fue algo planificado a partir de un diagnóstico acertado sobre la posibilidad de un fraude», añadió López Maya.
El nivel de disciplina y organización de los testigos, así como la ventaja de González Urrutia por la participación que luego confirmarían los datos de las actas en poder de la oposición, fueron factores decisivos el 28 de julio.
«El gobierno de Maduro procuró desestimular la participación. Eso y las ventajas institucionales electorales (puntos rojos, asistencia forzada a los votantes, prórroga, acarreo nocturno de votantes, etc.) que le dieron resultado en el pasado presumo que, suponían, podía ser suficiente para ganar o revertir el resultado si la diferencia a favor de González era poca. Los sorprendió la magnitud de la ventaja», agregó Castellanos.
Dos semanas antes de la elección presidencial cinco de las principales encuestadoras creíbles en Venezuela proyectaban una ventaja de entre 30 y 40 puntos porcentuales entre González Urrutia y Maduro.
10 días antes de la elección, la brecha de la intención de voto que favorecía a González Urrutia era de 25 %, según la última encuesta del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (Cepyg-UCAB), cuyo sondeo estuvo a cargo de la encuestadora Delphos.
El estudio del Cepyg-UCAB destacó que los porcentajes favorables a González Urrutia representaban una estimación de aproximadamente 8,1 millones de votos para el candidato unitario de la oposición y 3,7 millones de votos para Maduro, si las estimaciones sobre la participación se reflejaban el día de la elección.
En ese contexto, expertos, especialistas y analistas coincidían en que solo con un fraude electoral masivo el oficialismo podía presentar a Maduro como ganador.
Ya desde mayo, meses antes del inicio formal de la campaña electoral, el primer vicepresidente del partido de Gobierno, Diosdado Cabello, asomaba que la oposición cantaría fraude luego de que el CNE anunciara los resultados la noche del 28 de julio.
La posibilidad de pasar a la oposición, como lo vaticinaban los sondeos de opinión pública, era considerado en el círculo de poder del oficialismo como un supuesto negado, según refirió en una entrevista días antes de la elección el gobernador de Táchira, Freddy Bernal, quien incluso se imaginó en la acera de la oposición si Maduro perdía.
«Eso es una pesadilla que nunca va a ocurrir», dijo entonces.
El punto de no retorno
Maduro llegó a la sede principal del CNE el 29 de julio a las 12:50 pm para una apresurada proclamación. Mientras estaba ahí, junto a Amoroso, frente al alto mando militar, cacerolazos espontáneos se registraban en el este, oeste y centro de Caracas, en rechazo a los resultados del primer boletín del CNE.
«Espero que hayan podido dormir. Yo dormí seis horas, descansé. Dormí como un niño recién nacido porque fue una jornada histórica», dijo Maduro en el CNE.
En la parroquia Petare, entretanto, un antiguo bastión popular del oficialismo, residentes de los barrios y sectores San Blas, Nazareno y Maca, entre otros, salieron a la calle para demostrar el descontento que horas después se expresaría en diversos puntos de la ciudad capital y el país.
«Vemos una desconexión de los sectores populares con este régimen político y eso es una señal de cierre de ciclo. Vimos una movilización de los sectores populares que fue controlada a punta de represión, con policías y colectivos. Eso que estaba sucediendo, de manera espontánea, se parece mucho a lo que sucedió en el Caracazo, que fue algo irreversible para el sistema bipartidista y que se demoró años, pero lo que vino luego fue una decadencia», acotó López Maya.
La ONG Laboratorio de Paz geolocalizó 210 protestas el 29 de julio, incluyendo el derribamiento de siete estatuas, seis de ellas representaciones de Chávez.
Estamos viendo señales de que la sociedad está buscando la salida y no parece que eso se controle solo con terror. Margarita López Maya, historiadora y analista político.
La ONG registró también decenas de casos de vandalización de avisos publicitarios, sedes del Partidos Socialista Unido de Venezuela (PSUV), alcaldías y módulos policiales.
«Las protestas fueron autoconvocadas, espontáneas y descentralizadas. El principal perfil de los manifestantes eran personas de sectores populares, aunque también se registraron movilizaciones de clase media. La principal exigencia diagnosticada era rechazar la proclamación ilegal de Nicolás Maduro y reivindicar el triunfo de Edmundo González Urrutia», detalló Laboratorio de Paz en un informe divulgado el 5 de agosto.
23 personas asesinadas, víctimas de la represión poselectoral entre el domingo 28 de julio y el viernes 9 de agosto, se registraron en Aragua (6), Bolívar (1), Carabobo (1), Distrito Capital (8), Miranda (2), Yaracuy (1), Lara (1), Táchira (1) y Zulia (2), de acuerdo con el seguimiento de Monitor de Víctimas.
En ese contexto, la ONG Foro Penal contabiliza 1.503 detenciones, entre las que se cuentan 129 encarcelaciones de adolescentes, 14 indígenas, 18 personas con discapacidad y 200 mujeres.
«Estamos viendo señales de que la sociedad está buscando la salida y no parece que eso se controle solo con terror. Vemos un movimiento que se expresa nacionalmente e internacionalmente y que está a la espera de la dirección política», añadió López Maya.
El 29 de julio, en medio de la tensión por las manifestaciones registradas en el país, pasadas las 6:00 pm, Machado anunció que tras 24 horas de trabajo ininterrumpido, la oposición mayoritaria podía sostener que, con 73 % de las actas de escrutinio recolectadas, González Urrutia obtuvo 6.265.182 votos frente a 2.759.256 votos de Maduro.
Machado anunció que las actas estaban digitalizadas y cargadas en una página web para la consulta pública dentro y fuera de Venezuela.
«Ya tenemos cómo probar la verdad», dijo Machado.
González afirmó que las actas recolectadas mostraban un «triunfo categórico y matemáticamente irreversible».
A partir de ese momento el centro de atención dentro y fuera de Venezuela estaba en las actas que la oposición mayoritaria mostraría a la opinión pública en los días siguientes y la opacidad del CNE en publicar los resultados que sostenían el primer boletín.
«Poder mostrar las actas y hacer lo que el CNE no hizo fue una estocada. Eso no se lo esperaba el Gobierno. Es el hito más importante de estas elecciones», añadió López Maya.
Cuando toda la atención estaba puesta en la dupla Machado-González Urrutia y en las acciones de Maduro, el 29 de julio se registró un pronunciamiento que no pasó desapercibido.
El candidato postulado por el partido Centrados, exrector del CNE, Enrique Márquez, agregó un elemento sobre lo sucedido la noche del 28 de julio en el CNE.
Márquez declaró a medios de comunicación que, gracias al reporte de una ingeniera que estuvo en la sala de totalización del ente comicial en representación de su candidatura, podía afirmar que el primer boletín que leyó Amoroso no se imprimió en la sala de totalización.
«Digo hoy, claramente, que el boletín no se produjo allí. No sé dónde se produjo. No sé de dónde sacó el señor Amoroso ese papel», dijo Márquez, quien agregó que los datos de las actas que pudo recibir son diferentes de los resultados que anunció el CNE.
La oposición mayoritaria, con el paso de los días, logró recolectar 20.073 actas de escrutinio (83,50 %) que digitalizaron para exponer la mayor cantidad de datos de la votación en todo el país.
Según esas actas, González Urrutia obtuvo 7.303.480 votos (67 %) frente a Maduro, con 3.316.142 votos (30 %).
La presión internacional.
El Centro Carter, una de las organizaciones internacionales cuya presencia en Venezuela para la veeduría de la elección presidencial permitió el CNE, publicó un comunicado el 30 de julio en el que reportó que no pudo corroborar la autenticidad de los resultados anunciados por el CNE.
El Centro Carter precisó que la elección del 28 de julio no se adecuó a parámetros y estándares internacionales de integridad electoral, por lo tanto no podía ser considerada democrática.
«El hecho de que la autoridad electoral no haya anunciado resultados desglosados por mesa electoral constituye una grave violación de los principios electorales», destacó la organización.
La tensa situación en el país propició que el 1 de agosto los gobiernos de Brasil, Colombia y México, en un comunicado conjunto, llamaran a una verificación imparcial de resultados y a la publicación de los datos desglosados por mesa de votación.
Transcurrido casi un mes desde ese exhorto de gobiernos de la región y de organizaciones que se sumaron al llamado del Centro Carter, la presión de la comunidad internacional sobre el gobierno de Maduro y el CNE no ha disminuido.
La principal sorpresa para el gobierno de Maduro fue reconocer el nivel de deslegitimidad que posee de su base de apoyo. Jesús Castellanos, politólogo.
Brasil y Colombia, cuyos mandatarios son cercanos a Maduro, no desisten en persuadir al oficialismo para allanar el camino a una negociación entre las partes en conflicto en Venezuela. Sin embargo, el oficialismo trata de seguir adelante sin atender los llamados de los presidentes Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva.
«La gran pregunta para todos estos actores, aliados o no del chavismo, es cómo avanzar porque estamos viendo que hay una cierta cohesión en el seno de los actores vinculados al chavismo que hace difícil cualquier tipo de interlocución con ellos», comentó a El Pitazo vía telefónica el internacionalista y consultor político, Luis Peche.
La última acción de Maduro de recurrir a la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), que convalidó los resultados del CNE tras una cuestionada verificación y peritaje, generó el rechazo de 11 países de América, entre esos Uruguay y Chile, así como de EE. UU. y la Unión Europea, que presionan por la verificación independiente de los resultados.
«El gran reto que tiene la comunidad internacional y los países de la región es cómo articular esfuerzos en una situación en la que el chavismo pareciera que no quiere ceder ni un centímetro de su posición inicial», agregó Peche.
Un régimen sin legitimidad
Luego del 28 de julio el gobierno de Maduro quedó sin legitimidad y eso implica un desgaste para el oficialismo, según refiere López Maya.
«Maduro entró al proceso electoral para negociar y salió más débil y está más aislado porque con lo que hicieron cerraron la ruta electoral para una salida pacífica», añadió la historiadora.
El 30 de julio a las 10:40 am el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, en compañía del alto mando militar en Fuerte Tiuna, denunció que tras observar los hechos registrados desde el 29 de julio, estaba en marcha un golpe de Estado «fraguado por la derecha extremista».
Padrino y el alto mando militar ratificaron así su compromiso con Maduro. «No hay quien pueda con la fortaleza moral de una institución como la nuestra», dijo.
30 días después de la elección presidencial el oficialismo avanza en una situación que, cualitativamente, de acuerdo con Laboratorio de Paz, es la peor que se haya registrado en cuanto a violaciones de DD. HH.
El fraude fue tan mal hecho, que es una señal de que no estaban tan preparados para ese nivel de participación. Margarita López Maya, historiadora y analista político.
La ONG Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) reportó en un informe especial que el gobierno de Maduro superó, a partir del 29 de julio, las cifras históricas de represión registradas en 150 días de protestas de 2019.
«Es muy difícil para el gobierno de Maduro mantener un esquema de represión y miedo que es lo que realmente le queda junto con pocos recursos económicos y una institucionalidad cada vez más golpeada. Su capacidad de gobernabilidad, ante un contexto tan deslegitimado interna y externamente, saben que es muy reducida», añadió Castellanos.
El CNE presentó el segundo y último boletín de resultados el 2 de agosto, cuando Amoroso anunció que con una participación de 59,97 %, Maduro obtuvo la victoria con 6.408.844 votos frente a 5.326.104 votos de González Urrutia.
El Panel de Expertos de la ONU, organización invitada por el CNE, divulgó el 13 de agosto un informe provisional en el que resaltó que la transmisión electrónica de resultados funcionó bien inicialmente el 28 de julio, pero en las horas posteriores al cierre se detuvo bruscamente sin que se precisara información a candidatos ni al Panel conformado por cuatro expertos electorales.
El Panel de Expertos de la ONU destacó que luego del anuncio del primer boletín, en el que Amoroso denunció un ciberataque terrorista, el CNE pospuso y posteriormente canceló tres auditorías poselectorales clave.
A los informes del Centro Carter y el Panel de Expertos de la ONU se suma la exposición de irregularidades registradas antes, durante y después del proceso electoral del 28 de julio que detalló en un pronunciamiento divulgado en sus redes sociales el rector principal del CNE, Juan Carlos Delpino, quien afirmó que no hay pruebas de que Maduro ganara la elección presidencial.
Para López Maya, el país espera ver quién va a reaccionar dentro de la coalición gobernante frente a un hecho que califica de irracional y torpe como lo es un evidente fraude electoral.
«Nadie les cree y siguen como si nada cuando cierran las vías pacíficas para dirimir los conflictos. Una salida pacífica está del lado de Maduro; sigo pensando que todavía hay espacio para eso. Uno se pregunta cómo se van a quedar», concluyó la historiadora.
REDACCION DE EL PITAZO.
https://ciudadanodigital.com.ve/publicacion.php?cod_publicacion=2986