Termino de almorzar.
El mozo me abre la puerta y salgo del restaurante.
A él lo veo sentado, duro como una estatua.
El mozo me mira: “es un adicto al paco”.
Miro sus cortes, sus lastimaduras, su caja de cartón roñosa con un pedazo de pan.
Miro su remera, su musculosa, es pleno invierno y el no siente nada, como un objeto no siente nada.
Tomo la foto y me voy a googlear “Paco”.
El Paco genera adicción desde la primera vez que se consume.
El Paco es pasta de cocaína: el hermano pobre del Crack.
Según el Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina) ya hay chicos que se inician en esta adicción desde los 9 años.
Las últimas estadísticas del 2017 indican que en Argentina, cada día se consumen cuatrocientas mil dosis.
El Paco asesina a unos 200 chicos por mes.
Hijos del paco.
Huérfanos de estado.
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