EL NURR: 52 AÑOS Y LOS CAMINOS POR VENIR…

Para quienes, como trujillanos, egresados del Núcleo “Rafael Rangel” de la Universidad de Los Andes, y hoy formamos parte del plantel de profesores e investigadores de esta casa de estudios, es un verdadero privilegio celebrar el 52 aniversario de esta institución producto de una lucha popular que es ejemplo del tesón de un noble y aguerrido pueblo en busca de nuevos y renovados horizontes de progreso. Un sueño que día a día se fortalece a través del esfuerzo de múltiples manos y voces comprometidas con la academia como centro generador de posibilidades de cambio y transformación más allá de las cegueras ideológicas, las posturas político-partidistas o los intereses personales, las barreras que los académicos tienen que vencer para poder hacer realidad sus proyectos y propósitos en pro de la verdadera universidad sin tintes burócratas y comprometida sin distingos con el colectivo regional, nacional e internacional.

Porque de eso se trata al momento de reflexionar en torno al NURR, al arribar a su 52 aniversario, en medio de circunstancias cada vez más adversas que exigen el constante repensar de la academia a modo de punta de lanza para hacer propuestas concretas, pertinentes y factibles en función de los retos de los tiempos pospandémicos, de migración y conflictos bélicos. Esta ocasión debe convertirse en una celebración/reflexión sobre los caminos recorridos, los logros alcanzados más allá de las figuraciones estadísticas o los eventos festivos, para sopesar los caminos por abrir en consonancia con las necesidades de una realidad abismalmente cambiante, volátil que, inexorablemente apunta hacia la materialidad y el consumismo, a manera de promoción de la felicidad y la realización.

Por ello, el repensar el NURR debe ser una tarea desde dentro, en las entrañas mismas de una institución que se ha convertido en una universidad con características muy particulares, al desbordar la tradicional categorización de facultad o núcleo universitario, para convertirse en un sincretismo enriquecedor alrededor del conocimiento y el saber, ocupar los primeros lugares en investigación de la ULA, con un envidiable nivel intelectual fortalecido desde la convicción académica a desafiar las limitaciones presupuestarias, estrecheces económicas, carencia de insumos bibliohemerográficos o acceso al mundo tecnológico, entre otras restricciones a enfrentar diariamente. Y paradojalmente, vencer los obstáculos burocráticos internos que en ocasiones se convierten en el capricho de una ‘autoridad’ para ejercer un poder mal concebido, e indudablemente, atentar contra la academia en su genuina expresión de docencia, investigación y extensión.

Esta situación debe servir de reflexión a quienes en su vida universitaria llegan a ser autoridades, pero nunca han hecho investigación, son prácticamente ajenos al campo que da prestigio y renombre a las instituciones porque es el centro de los aportes para servir de forma práctica y efectiva a las comunidades, es quien ubica a las universidades en los famosos índices clasificatorios nacionales e internacionales, esos estándares tan publicitados año a año por las ‘autoridades’ que, más allá de un lugar determinado, es la resultante de los aportes de la academia, donde por cierto, la ULA, a pesar de la adversidad, sigue ocupando lugares de privilegio.

En tal sentido, el impacto del NURR en sus 52 años, está afianzado en una labor académica que desborda el ámbito regional e inmediato para proyectarse a nivel internacional en función de la calidad de sus egresados, las investigaciones desarrolladas y los aportes sustanciosos en diferentes disciplinas del conocimiento. Además de ser promotor del cambio social a través de la docencia, investigación y extensión para vincularse con la comunidad y trabajar en estrecha colaboración con diversos sectores para abordar problemas locales y fomentar el desarrollo pensado en la región, pero sin desvincularlo de los grandes avances científicos y tecnológicos. El NURR es la ventana abierta al progreso para vencer las estrecheces localistas e impulsar la academia sostenida en la universalidad, pluralidad de contenidos y propuestas innovadoras.

De cara al futuro, el NURR debe seguir comprometido con la excelencia académica, la investigación y extensión que permitan llevar a las comunidades los aportes, productos e innovaciones, convertir la región en un aula de cielos abiertas donde confluyan todos los saberes a fortalecer la identidad e impulsar un quehacer científico-humanista consustanciado con la esencia existencial, tal cual lo pregonó en su filosofía trascendentalista, el beato José Gregorio Hernández Cisneros. De esta forma, la misión del NURR, tendrá sentido y provecho bajo la mayor equidad e impacto formativo, de consolidación, proyección y permanencia en el tiempo y el espacio.

A la par de las ofrendas y eventos conmemorativos, la academia en sus pasos silente pero perseverantes, seguirá iluminando los senderos a recorrer, la apertura de renovados y novedosos caminos para mostrar la cara sonriente del NURR, el verdadero rostro de la Universidad de Trujillo para el mundo…

Larga vida a la academia… Larga vida al NURR, nuestra eterna casa de cielos abiertos y anchos horizontes…

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